domingo, 4 de diciembre de 2011

El poder de la tentación

El poder de la tentación

El poder de la tentaciónLa tentación tiene poder para entenebrecer la mente. Por ejemplo el juicio del hombre es afectado por la influencia de la bebida (Oseas 4: 11). En la misma forma, la tentación también tiene el poder para entorpecer el juicio del hombre. El dios de este siglo ciega las mentes de aquellos que no creen en el Evangelio, para que no vean la gloria de Cristo (2 Corintios. 4:4) En una manera semejante, cada tentación disminuye la claridad del entendimiento y del juicio del hombre. La tentación ejerce este poder en una variedad de maneras, pero solo consideraremos tres de las más comunes:

a. La tentación puede dominar la imaginación y los pensamientos de tal manera que uno no puede pensar en ninguna otra cosa. Cuando un hombre es tentado, hay muchas consideraciones que le traerían alivio, pero la tentación es tan fuerte que domina su mente y su imaginación. Es incapacitado para concentrarse en las cosas que le ayudarían. Es como un hombre que es dominado por un problema. Hay muchas formas para solucionar el problema, pero él está tan preocupado con el problema mismo que queda ciego ante cualquier posible solución.

b. La tentación puede usar los deseos y las emociones para entorpecer la mente e impedir que piense con claridad. Cuando una persona permite que sus deseos o sus emociones controlen su pensamiento, entonces dejará de pensar con claridad. A menudo, la tentación cautivará los deseos y las emociones de tal manera que la persona ya no tiene control completo de su razonamiento. Antes de que entre en la tentación particular, puede ver con claridad que cierto curso de acción está equivocado. Sin embargo, cuando la tentación ha obrado sobre sus deseos y emociones, ya no podrá pensar con claridad. Muy pronto estará pensando en cómo justificar o excusar sus acciones pecaminosas.

c. La tentación provocará los deseos malos del corazón del hombre de tal manera que estos deseos controlarán la mente.

El deseo pecaminoso es como un fuego, y la tentación es el combustible que lo hace arder y salir fuera de control. Frecuentemente, la razón del hombre le persuadirá a poner un freno sobre sus deseos pecaminosos recordándole de las consecuencias de lo que desea hacer. Si el fuego de la tentación obra sobre el deseo pecaminoso, entonces la razón ya no tendrá el poder para detenerlo. Nadie sabe la violencia y el poder de un deseo pecaminoso hasta que se encuentre con una tentación especialmente adecuada para este deseo. Aún los mejores de los hombres pueden ser sorprendidos y abrumados por el poder de un deseo pecaminoso cuando se encuentran con una tentación idónea. Piense en que tan pronto el temor de Pedro le arrastró para negar a su Señor. ¿Acaso se atreverá a considerarse como fuerte cuando tiene un enemigo tan poderoso?

Veamos ahora el poder de la tentación en una comunidad. En Apo.3:10, el Señor habla de “la hora de prueba” que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los que moran sobre la tierra. Esta “hora de prueba” vino para probar a los descuidados creyentes profesantes de aquel tiempo. Satanás vino como un león para desviarlos de la verdad. Vamos a pensar acerca de tres aspectos de esta clase de prueba:

a. Esta clase de prueba es un juicio de Dios en el cual Dios tiene dos propósitos. El primero es para castigar al mundo que ha menospreciado su Evangelio. El segundo es para juzgar a aquellos que falsamente dicen ser creyentes. Esto significa que la prueba tiene un poder especial para cumplir el propósito de Dios. La Biblia habla de personas “que no recibieron el amor a la verdad para ser salvos”, personas que no creyeron a la verdad sino que se complacieron en la injusticia. A fin de castigarlos, “Dios les envía un espíritu de error para que crean la mentira a fin de que sean condenados…” (2 Tes.2:9-12). Dios no ha cambiado. En su santa soberanía todavía envía tales pruebas las cuales nunca son en vano, sino que Dios les da poder para cumplir lo que El quiere.

b. Esta clase de prueba incluye la tentación de seguir el mal ejemplo de otros creyentes “profesantes” que tienen una reputación de ser piadosos. En los tiempos cuando la iniquidad aumenta, las normas generales de la piedad entre el pueblo de Dios disminuyen y se debilitan. Esta declinación empezará con unos pocos creyentes que comiencen a volverse negligentes en sus deberes cristianos, descuidados y mundanos. Estos creyentes se sienten “libres” para seguir sus deseos pecaminosos. Quizás al principio, otros creyentes les condenarán y les redargüirán, pero después de un tiempo se conformarán a su mal ejemplo.

Muy pronto los verdaderamente piadoso serán la minoría y los otros la mayoría. Debemos tomar muy en serio el siguiente principio: “Un poco de levadura, leuda toda la masa” (1 Cor.5:6 y Gál.5:9). ¿Qué se necesita para cambiar completamente el ambiente moral de una iglesia? Sólo se necesita que unos cuantos creyentes de una buena reputación continúen en su declinación espiritual y que la justifiquen ante los demás. Pronto una multitud seguirá su mal ejemplo. Es más fácil seguir a los muchos para hacer mal (Ex.23:2) que mantenernos firmes a favor de la justicia.

El mismo principio es verdad en cuanto a las enseñanzas falsas. ¿Qué se necesita para cambiar la posición doctrinal de una iglesia? Todo lo que se necesita es que unos pocos creyentes de buena reputación promuevan y justifiquen la enseñanza falsa. No pasara mucho sin que la multitud comience a seguirle. Muy pocos creyentes se percatan de cuán fuerte es la tentación para seguir el ejemplo de otros. En cada época los creyentes deberían aprender a NO poner su confianza en los hombres “piadosos”, sino en la Palabra de Dios. Si somos humildes, consideraremos seriamente las opiniones y las prácticas de aquellos que tienen una reputación de ser piadosos. Sin embargo, si sus opiniones y prácticas son contrarias a la Palabra de Dios, no debemos seguir su ejemplo.

c. Esta clase de tentación generalmente incluye fuertes razones para seguir a la multitud hacia el mal. En el punto anterior señalamos que hay una fuerte tentación para seguir el ejemplo de personas que tienen una buena reputación. Además, estos líderes del mal pueden dar “buenas razones” para defender sus opiniones y prácticas. ¿Está usted dispuesto a pensar por sí mismo? o ¿Permitirá que otros piensen por usted? Si es así, entonces usted será muy fácilmente desviado por las conclusiones falsas de otros. Por ejemplo, el Nuevo Testamento sin lugar a dudas, muestra una enseñanza muy clara con relación a la libertad que los creyentes tienen en Cristo.

Tristemente, no es difícil para algunos pervertir esta enseñanza. Poco a poco, pero ciertamente, las salvaguardas de la santa ley de Dios son quitadas, y la libertad cristiana es convertida en un pretexto para el pecado. Si los creyentes fueran a ver desde el principio hasta dónde les conducirá esta enseñanza, con horror le volverían la espalda. Pudiera ser que algunos de estos maestros no se percaten al principio de las consecuencias que sus enseñanzas les traerán. Al principio, su desviación pudiera parecer pequeña e insignificante.

Sin darse cuenta, los maestros y sus seguidores se desvían cada vez mas de la verdad hasta que cambian la verdad de Dios por una mentira” (Rom. 1:25). Por ejemplo, hoy en día hay un número creciente de cristianos “profesantes” que están dispuestos a minimizar y a aun negar la condenación bíblica de las prácticas homosexuales. Esta es una ilustración moderna de esta advertencia. Otras ilustraciones de las desviaciones de los tiempos modernos son: métodos y tácticas de evangelismo que no tienen ningún apoyo bíblico; la omisión en la predicación evangelística de la necesidad del arrepentimiento y la sumisión al Señorío de Cristo; la disminución de las normas bíblicas para la membrecía de la Iglesia y el descuido de la disciplina; la omisión o el abierto rechazo de doctrinas tan fundamentales como la predestinación; la depravación humana y la necesidad de una obra especial del Espíritu Santo para convertir a los inconfesos; la falta de una enseñanza clara sobre las evidencias de la regeneración, y las normas bíblicas para el proceso de la santificación y la mortificación del pecado, etc.

Recuerde esto siempre: Muchas personas son conscientes de sus pecados pero no de sus tentaciones. Muchos están disgustados con los frutos amargos del pecado, pero no toman ninguna precaución para evitar la raíz venenosa de la tentación. Usted nunca caerá repentinamente en el pecado sin primero entrar en la tentación.

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