viernes, 28 de octubre de 2011

Una paternidad centrada en el evangelio

Una paternidad centrada en el evangelio

Como vimos en la entrada anterior, la idolatría produce el tipo de padre que exaspera y provoca a ira a sus hijos. A lo que quiero llamar ahora vuestra atención es al remedio provisto por Dios para ese mal: El evangelio de la gracia de Dios en Cristo.
El evangelio nos recuerda constantemente que nosotros no somos los protagonistas de la historia, ni nuestros hijos tampoco. Que nosotros y nuestros hijos existimos para la gloria de Dios, y que el móvil de nuestra crianza debe ser levantar una generación que se gloríe en Jesucristo y no en ellos mismos.
También nos llevará a tomar en serio el pecado de nuestros hijos, y a recordarnos constantemente que lo que ellos necesitan no es simplemente un cambio de conducta, sino un cambio de corazón.
Por eso los exponemos al evangelio de Cristo, no sólo en el devocional familiar, sino cuando analizamos con ellos las cosas que ocurren a nuestro alrededor, o incluso cuando tenemos que disciplinarlos por causa de sus pecados. Algunos padres retienen la disciplina, pensando que eso provoca a ira a los hijos, pero en Ef. 6:4 Pablo contrapone el provocar a ira con criar a nuestros hijos “en la disciplina y amonestación del Señor”. En otras palabras, no criarlos así a final de cuentas los provoca a ira.
Ese mensaje de la gracia de Dios en Cristo es un recordatorio de que nosotros también somos pecadores necesitados del perdón de Dios, lo mismo que nuestros hijos.
Es por eso que los padres centrados en el evangelio acuden constantemente a la cruz a encontrar el perdón que sus pecados necesitan; y no tienen inconvenientes en pedir perdón a sus hijos cuando han sido testigos de nuestros pecados o afectados directamente por ellos.
Ese mensaje de la gracia de Dios en Cristo es lo que producirá en nosotros la humildad necesaria para una paternidad eficiente. Es imposible ejercer la paternidad a la manera de Dios cuando el orgullo nos gobierna.
Es ese mensaje también es el combustible que necesitamos para seguir adelante esperando en Dios, aún cuando las cosas no parecen estar funcionando, porque confiamos en Él y en el poder de Su Palabra.
Ese mensaje de la gracia de Dios en Cristo producirá en nuestros corazones el gozo y el contentamiento necesarios para mostrar a nuestros hijos cuán deleitoso es servir y amar a un Dios como el nuestro, el cual nos ama con un amor eterno e inalterable.
Ese mensaje de la gracia de Dios en Cristo será nuestro refugio cuando veamos nuestras propias ineficiencias y debilidades como padres. El evangelio nos libra de la presión de querer ser padres perfectos, porque lo cierto es que no lo somos. La razón por la que Dios el Hijo se encarnó fue precisamente esa: no somos perfectos, somos pecadores; en nosotros mismos somos un saco de debilidades e imperfecciones.
Pero en la cruz de Cristo hay perdón y misericordia, y el combustible que necesitamos para seguir corriendo esta carrera día tras día, sabiendo que tenemos un tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no nuestra.
A final de cuentas, tampoco nuestra paternidad es un fin en sí misma. Estamos aquí para guiar a nuestros hijos a refugiarse en el único Padre perfecto, el cual entregó a Su Hijo perfecto, para que pecadores imperfectos pudiésemos ser adoptados en Su familia.
Ese mensaje del evangelio nos libra del temor a los hombres y de la idolatría que nos lleva a querer convertir a nuestros hijos en nuestro departamento de publicidad. Nuestra identidad está en Cristo, no en la etiqueta que las personas nos pongan por causa de nuestros hijos.
El evangelio también es un recordatorio constante de la paciencia con la que Dios trata con Sus hijos en Su bendita gracia, y de la paciencia que nosotros debemos tener con los nuestros si queremos ser padres que reflejen la paternidad divina.
En fin, que lo que necesitamos como padres no son manuales de crianza, sino una comprensión cada vez más profunda del evangelio de Cristo que permee todas las áreas de nuestra vida.
Que el Señor nos conceda en Su gracia poder criar a nuestros hijos con gracia, para guiarlos en dependencia del Espíritu de Dios a refugiarse en la gracia de Dios en Cristo.
© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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