domingo, 4 de diciembre de 2011

Enseñanzas de la resurrección de Lázaro.

Enseñanzas de la resurrección de Lázaro. Parte 1


“ESTABA ENFERMO UNO LLAMADO LÁZARO, DE BETANIA…” (Juan 11:1)
Del relato de la resurrección de Lázaro se desprenden algunas enseñanzas. La primera tiene que ver con la razón. No podrás tener una fe radical a menos que hayas agotado todas las soluciones lógicas y razonables. Marta y María no llamaron a Jesús hasta que hicieron todo lo posible por Lázaro. Sé razonable; si hay algo que puedes hacer tú mismo, Dios no lo va a hacer. Por ejemplo, a menos de que estés dispuesto a cambiar tus hábitos alimenticios y empieces a comer más sano, no podrás acudir a Dios con confianza pidiendo sanidad. A menos que estés dispuesto a poner las necesidades de tu cónyuge antes de las tuyas, ¿para qué vas a orar para que mejore tu matrimonio? Escribe Santiago: “…Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18).
La segunda enseñanza tiene que ver con la relación. Muchos sólo acuden a Dios cuando están en medio de una crisis. El orar es algo ajeno a ellos hasta que tienen un accidente de automóvil, o problemas en el matrimonio, o pierden el trabajo. Pero luego, curiosamente, dicen: ‘Dios, ¿por qué has permitido eso?’ Es difícil acudir a alguien cuando tienes problemas si no has pasado tiempo anteriormente entablando una relación con la persona. Jesús solía pasar tiempo en la casa de Marta y María, comiendo a su mesa. Éstas eran dadoras, no receptoras. “María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos” (Juan 11:2). Cuando amas al Señor de ese modo, puedes dirigirte a Él en fe sabiendo que Él va a suplir tus necesidades.

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